Madrid, 19 de enero de 2018 – Pasaban unos minutos de la siete y media de la tarde, dos horas más en Moscú, cuando Javier Fernández saltaba al hielo del Megasport Arena con un doble sueño en su mente. Ganar la sexta medalla de oro consecutiva en un campeonato de Europa, una gesta que ningún patinador había logrado desde el mítico Karl Schäfer (con victorias de 1929 a 1936), y completar una brillante actuación que le sirviera de espaldarazo a sus aspiraciones olímpicas.
Ataviado con un traje nuevo, visiblemente más cómodo que el anterior, parecía sereno mientras charlaba con su entrenador, Brian Orser. La ventaja de más de 12 puntos que traía desde el corto, parecían colchón más que suficiente para asegurar una nueva victoria, pero no se quería confiar. Deseaba llegar a lo más alto, pero hacerlo a lo grande, pues era consciente que los ojos del patinaje mundial estaban fijos en lo que pudiera hacer en la capital rusa ¿Agrandaría su leyenda? En unos minutos lo sabríamos.
Apenas una decena de aficionados españoles en las gradas, pero sí muchas banderas jaleaban al madrileño que, en Rusia, siempre ha contado con una legión de fans. Aunque salía el penúltimo en la final masculina, de momento ninguna actuación que le pudiera intimidar. Para el primer puesto necesitaba una nota realmente asequible para él: 155,09 puntos. Era tiempo de disfrutar, una vez más, de su ‘Hombre de La Mancha’ coreografiado por David Wilson.
Unos toques flamencos, un par de cruzados para coger velocidad y, en unos segundos, ya había aterrizado un inmejorable cuádruple toe (grado de ejecución +2,43). Acto seguido, clavaba el elemento más complicado de su ejercicio: el cuádruple salchow + triple toe (+2,29) que tomaba desde pasos circulares. Al grito de ‘Don Quijote de La Mancha’ venía el triple axel precedido de águila lineal (una entrada de gran dificultad) que presentaba unido con doble toe. Una descolocación del brazo en el segundo salto provocaba un mínimo titubeo que resolvía perfectamente sin recibir penalizaciones (0). Un comienzo casi perfecto. Había que tomar aire con la secuencia coreográfica (+1,80), magistralmente interpretada, y con la pirueta baja combinada (nivel 4 y GOE +0,86).
En la segunda mitad del programa y, por tanto con bonificación para todos los saltos incluidos, afrontaba la repetición del cuádruple salchow. Se colocaba mal en el aire y tenía que pararlo, de forma sobregirada y apoyando la mano en el hielo, a las tres vueltas (-1,5). No parecía excesivamente afectado y, poco después, conseguía el triple bucle precedido de una plástica entrada de Ina Bauer (+1,50) y un sólido triple axel (+2). Ahora venía otro elemento de dificultad, la secuencia de triple flip + medio bucle + triple salchow. Picaba mal el flip y se abría a las dos vueltas y media (-0,9) sin poder introducir el resto de saltos. En un movimiento que sólo cabe tildar de ‘destello de genio’, no sabemos ni cómo, los añadía en el último salto: el triple lutz. De esta forma y, por primera vez en competición, presentaba un triple lutz + medio bucle + triple salchow (0,9). Un elemento más difícil todavía que si lo hubiera hecho tal y como lo tenía planeado (medio punto más en valor de base).
Visiblemente cansado, le costaba girar en la pirueta saltada combinada (+0,14) en la que lograba defender el nivel 4 (el máximo posible). Unos pasos (también nivel 4) de gran calidad (1,90) y, por fin, llegaba el último elemento: la pirueta combinada (+1). Era catalogada como nivel 3, pues no completaba una de las variaciones, pero eso ya poco importaba. Pasara lo que pasara, el oro ya era suyo. Y él lo sabía.
Fin del programa y ovación de las catorce mil personas del Megasport. Javier estaba literalmente roto por el esfuerzo físico. Resoplaba y se llevaba las manos a las piernas que, fruto de la acción del ácido láctico, estaban completamente rígidas. “Realmente bien”, le decía su entrenador Brian Orser al abrazarle en la valla.
Programa de alto voltaje con dos fallos pero con once aciertos y, sobre todo, con un magistral equilibrio entre gran dificultad técnica e interpretación. En su rutina a los 13 elementos, ya de por sí muy difíciles, hay que sumar transiciones que los hacen todavía más complejos. Cada detalle está estudiado y, a la parte física, se une una puesta en escena que desarrolla perfectamente el tema artístico planteado y que conecta con el público generando una atmósfera única.
Como no podía ser de otra manera, recibía una gran puntuación. 96,59 para los elementos técnicos y 95,14 en componentes (algunos dieces perfectos en interpretación y coreografía) para sumar 191,73 que representaba mejor marca de la temporada. Con un acumulado 295,55 era casi imposible que el único patinador que restaba, Dima Aliev le superara. Aunque el joven ruso brindó un magnífico programa con dos cuádruples y casi todos los saltos limpios, no pudo superar al español y se llevó la medalla de plata (274,06). El bronce fue para su compatriota Mikhail Kolyada (258,90), quien a priori hubiera sido el rival natural de Javier Fernández, pero que en este europeo tuvo un rendimiento muy irregular.
“Fue un buen programa. Nos hemos tomado este europeo como un entrenamiento pues es la última competición antes de los Juegos Olímpicos. Vine aquí para mejorar y me vuelvo con mejor marca de la temporada por lo que estoy satisfecho. Conseguir el sexto título de forma consecutiva significa mucho para mí. Siempre es bonito hacer historia en el patinaje artístico para España”, afirmaba el ahora hexacampeón continental durante la rueda de prensa.
Felipe Montoya remonta al vigésimo puesto
El otro español en la final, Felipe Montoya ascendía dos puestos tras el corto para acabar vigésimo con 181,72 puntos. Con su programa de ‘La cumparsita’ diseñado por Iván Sáez, arrancaba con un combinado de triple lutz + triple toe sobregirado y con apoyo de la pierna (-1,7), pero realizaba de forma excelente el triple bucle (+0,4). Tras dejar en doble el intento de triple flip que conectaba con doble toe (0), realizaba una buena pirueta combinada de nivel 4 (+0,07), un triple salchow (+0,20) y la secuencia de pasos de nivel 3 (+0,57).
En la segunda mitad, acumuló algunos errores tanto en saltos como en piruetas: se enganchaba en la pierna libre en el triple flip (-1,3) y aterrizaba con un giro en doble tres el triple lutz (-1,4). La pirueta saltada combinada se marcaba como V (un símbolo que degrada los giros), por no terminar uno de los elementos esenciales (+0,14) y, en la baja cambiada, sólo llegaba a nivel 2 (0). Sí que realizaba bien dos doble axel del final, uno enlazado con doble toe (+0,07) y un solo (+0,36).
Programa con altos y bajos, posiblemente excesivamente conservador a nivel técnico, pero en el que mostró algunos saltos potentes y transmitió mucho sentimiento. Se le vio disfrutar en el hielo y, en general, en todo el campeonato. Su puntuación en el largo fue de 120,49 puntos para un total de 181,72.
FOTO: Javier Fernández durante su programa largo. Imagen de Olga Dynina para Hielo Español.
Vídeo – Programa largo de Javier Fernández
Vídeo – Programa largo de Felipe Montoya